Hace muchos años, largos años he de decir, las cucharachas no caminaban, volaban. No había cucaracha en tierra. Por eso, la mayoría en los meses de verano, usaba sombreros y pañuelos. Era su defensa contra ellas. Pero no eran tan asquerosas. Eran realmente encantadoras, tenían colores por doquier.
Cucharacha voladora, trae tus patas a la tierra. Eres ser de los árboles, no de las gaviotas. Ven, cucharacha tímida, y cuéntame tu historia. Cuentame de aquella vez en la que tu sombra fue más grande que cualquiera, y tus fieles eran recompensados. Cucharacha pequeña e insulsa, no te percataste que volabas más alto de lo que en realidad podías? Vuelve a la tierra madre, querida. Dejate de locuras en avionetas, ni fantasmas de fantasía. Todo lo que sube, baja: y si está arriba, pronto ha de caer.
Así, la tierra convenció a las cucharachas de que se quedaran en ella. De vez en cuando nos cruzamos con alguna cucharacha rebelde, pero sabemos que pronto caera derrotada.
- Lara Ancarola